sábado, 26 de noviembre de 2011

Cuatro Años sin ti

Cuatro años de ausencia La muerte es solo un cuento

La tarde se iba durmiendo. Peinaba con la brisa la cabellera verde de los árboles y el canto de los pájaros se hacía cada vez más débil.

Al fondo sobre la sábana blanca un hombre con un cuerpo grande y un alma gigante parecía una calcomanía sobre el paisaje.

La imagen de aquel hombre con su amplia sonrisa, titilaba en la mirada angustiada de sus hijos. De él aprendimos, que la navaja es dulce cuando limpia las frutas de lo amargo.

Que el sueño es un descanso azul bajo los árboles.

Que el gigante egoísta que inventó Oscar Wilde para los cuentos, no pudo existir nunca entre los muros de un castillo triste porque aquí bajo el cielo azul había un gigante dulce que repartía amor, caricias y sonrisas.

Todos sentimos la soledad a un paso de distancia, cuando la muerte llega.

Por eso a veces nos sentimos tristes, porque el viejo sencillo de este cuento, una noche de Noviembre, mientras se gestaban muchísimos hijos en el vientre de las madres, mientras nacían más hombres a la vida, mientras el sol alumbraba al otro lado del planeta, una noche sin luz como todas las noches, su corazón se olvidó de la vida, sus ojos se cerraron lo mismo que su oído…… después hubo recuerdos y amaneceres de nostalgia.

Unos jóvenes quedaron sin papá, unos niños quedaron sin tío postizo unas niñas sin primo, otros quedaron sin vecino, sus colegas quedaron sin maestro, y la esposa amorosa cambió su compañía por la soledad infinita del adiós sin noticias.

La muerte nos hace reflexionar sobre la vida. Yo sé que tú no existes, eres una palabra y pareces un cuento hecho de recuerdos.

Este hombre no ha muerto, empezó a vivir cuando su alma creció lo suficiente para ser eternamente feliz y tuvo que abandonar su cuerpo que le quedaba estrecho porque era de polvo.

Había vivido tanto que Dios quiso llevarlo a vacaciones donde todo es amor, porque solo en su reino se hacen eternos los amores.

Hoy su voz no se escucha por las alcobas solas, ni llama al timbre de las puertas. Hoy su espíritu es luz y ciencia. Ya conoce de sobra quien lo amaba, quien era bueno y quienes fingían serlo.

Dulce viejo, yo te envidio porque la muerte es premio para quienes han vivido en Cristo.

Es el encuentro con el Padre que sabe del verdadero amor.

Los muertos viven; animan nuestras acciones, conducen nuestros pasos, nos acompañan con su espíritu a los lugares donde falta su cuerpo.

Nadie muere, todos somos acción y vida, por eso aunque nuestra miope visión del tiempo, hace que creamos que hay ausencia ella no existe más que en su aspecto físico.

Mañana está muy cerca; es casi hoy para encontrarnos en la casa común donde todos somos familia, donde nunca nos separamos. un día estaremos de nuevo a tu lado.